APTITUD Y ACTITUD

La palabra aptitud sugiere todas aquellas capacidades y habilidades que se desarrollan de una manera natural en una actividad real y específica. Éstas nacen con el individuo y se irán develando según su medio ambiente, sus círculos de convivencia y todas aquellas personas que le ofrecerán buenas o malas experiencias. Y aunque es un potencial natural que puede ser muy útil para el crecimiento, depende sólo del individuo aprovecharlas con seguridad y entereza.

Ahora bien, la palabra actitud, significa un comportamiento, una conducta a seguir según los intereses de cada quien. Unos actúan por conveniencia, otros por resignación, otros con coraje y los más afortunados por convicción y templanza, es decir, con carácter e intensidad.

Muchas veces esas aptitudes sobre las cuales se puede detectar la vocación y lo que se quiere ser para el resto de la vida, están opacadas por la justificación de los errores y decisiones equívocas. Y si se toma en cuenta que día a día se va formando la existencia misma, hay que pensar o detenerse un momento y preguntarse a sí mismo: para qué quiero ser esto o aquello y por qué quiero hacerlo. Sin estas preguntas tan importantes, difícilmente se descubrirá el camino a seguir.

Qué es eso que busca un hombre cuando quiere una vida plena, qué es una calidad de vida. Será lo que me gusta pero no me sustenta en un mundo material o será todo lo material que puedo comprar si lo hago pero que con el tiempo se llenará de vacío el espíritu. Una sugerencia es reflexionar, analizar realmente qué es aquello con lo que cuento y cómo lo puedo utilizar a favor para ese proyecto de vida. Qué costará trabajo, por supuesto. Qué dará ciertas penas, claro. Pero si es lo que se quiere valdrá la pena tomarse un tiempo para comprenderse uno mismo, porque la vida es corta y es sólo una.

Así que con la actitud correcta y las aptitudes adecuadas el camino podrá ser menos difícil. No será posible abarcar mucho porque las caídas serán dolorosas, habrá pérdida de tiempo y no podrían trabajarse con calidad dos o más metas, es mejor una a la vez. Tomar un camino como medio para un fin podría ser más satisfactorio. Quizás uno que sustente las necesidades mundanas y otro que alimente el espíritu para crecer. Ser realista será siempre lo mejor aunque lastime. Y cuando la persona se dé cuenta de su verdadera vocación tendrá que elegir entre el uno o lo otro. Si se tienen aptitudes o habilidades para ser un científico y se desea esa ruta, no se puede tener la actitud de un bohemio o trotamundos. Si se tiene una actitud o conducta de disciplina en cualquiera que sea esa aptitud entonces será lo correcto.

Todos los grandes personajes siempre hacían lo mundano para recrearse en lo espiritual, en lo que llena como ser humano. Unos eran pulidores de lentes como Kant, otros fueron campesinos como Maquiavelo en el exilio, otros derrocharon la fortuna familiar para encaminarse a santos como San Francisco otros como Van Gogh tocaron fondo y nunca se dieron cuenta de su grandeza o como Mozart que sin una guía se hundió en los excesos sin captar realmente en esas aptitudes.

Así que tener la aptitud y la actitud precisas, serán siempre el mejor camino pero nunca sin esfuerzo.  Y el barco que se navega en la vida tiene dos direcciones y se moverán en la forma apropiada si se quiere llegar a buen puerto.

 

ES MI DESTINO

 

Cuántas veces se ha oído la expresión “es mi destino” y la persona acepta esto como algo ya planeado o escrito. El significado de destino es una meta ya determinada, no importa qué camino se escoja, qué persona se conozca o en qué tiempo se viva.

El desarrollo de acontecimientos así como el propio crecimiento del hombre contiene una serie de decisiones sobre la que construye una vida y sus metas. La persona crece con la firme intención de llegar a un lugar determinado a un hacer de su vida algo grandioso. De entrada, la intención siempre será de origen positivo y bueno. Esperando siempre lo mejor y trabajando con las muchas o pocas herramientas humanas y de conocimiento, se compromete primero consigo mismo y luego con el círculo en donde quiere proyectar eso pensado.

Pero igual que en el ciberespacio se navega también en la vida. Es nuestro propio barco, nuestra fortaleza. Hecha de materiales fuertes, de objetos útiles. Estudiamos cómo hacerlo, cómo formarlo, para qué y por qué. Será esa única nave la que se tendrá en este mundo y de la cual dependeremos para llegar al puerto deseado, ese puerto como los de la Mastretta.

Existen muchos escritos y autores que se han acercado a la teoría fatal del determinismo, uno de ellos es Schopenhauer, el filósofo pesimista. Da por hecho que cualquiera que sea el camino o la decisión de un hombre, su final estará siempre marcado. Unos piensan en un destino divino, otros piensan en un destino heredado y otros sin opción se hunden en la mediocridad, el conformismo y la resignación. Y siguen sus caminos rumiando así una frustración que con el tiempo crece. Se olvida por momentos, pero en la soledad se prefiere el ruido y los movimientos que aturden, que sumen eso que va doliendo.

Pero cualquiera que sea el pensamiento del hombre tendrá la opción de elegir, siempre hay un camino que seguir. También tomar en cuenta que la selección será una a la vez, no varias al mismo tiempo, sería estar jugando y perdiendo con frecuencia. Porque con varias metas quizá no se llegue al final o ni siquiera cerca de ninguna, se dejarán las cuestiones siempre a medias y se irá hasta el fondo de sus muy débiles impulsos por seguir adelante.

Posiblemente se piense que hay mucho en lo que se es muy bueno. Quizá sea cierto, pero la toma frecuente de rutas y decisiones no permitirá la visión completa de si eso que se persigue pudo o no ser para una vida satisfactoria. Cómo se sabrá si realmente se es bueno y comenzar a desechar opciones si no se llega nunca o a medio camino decide ya no continuar. Hay que medir siempre los beneficios y los perjuicios, los riesgos y las inconveniencias. Sentir que de verdad existe ese poder no de hacer, sino de fuerza, de intensidad como para continuar a pesar de cualquier otra circunstancia. Es ahí donde realmente se sabe quién se es y cuáles son sus límites y aún así persistir.

Para que una persona haya llegado a la conclusión de que su destino es uno ya marcado y no el que siente, requiere de una serie de factores que la hayan tentado a desistir en la búsqueda de un camino de pleno crecimiento. Encontrarlo como vocación es un observarse y sentirse a sí mismo en cada experiencia. Cada momento es un capítulo que se añade a la vida y eso cuenta para percibirnos en lo que queremos ser y hacer el resto de nuestra vida.

Aun así con estos tiempos acelerados a cada instante junto con las contaminaciones diversas, es como estar en el centro de un tremendo bombardeo. Entre la exigencia de entregas rápidas y eficientes donde se encuentra nuestro trabajo, la familia, amigos o novia. Contando con sonidos de claxons, TV, radio, celulares, autos y multitud de “entretenimientos”, la persona se va diluyendo en un marasmo que aturde y confunde.

Es de esperar que con tantas rutinas y actividades alguien se pueda guardar un tiempo para esa introspección muy personal. Las vidas pueden convertirse en dispersas y sin sentido. La rutina y el fastidio comienzan. Pero antes de llegar a este fondo, la persona ya siente la necesidad de un respiro y replantearse esos deseos de antaño.

Cuántas veces no se ha oído que el hombre es el arquitecto de su propio destino y es cierto. No se puede soltar una vida a favor de un destino que nadie conoce. Se sabe que moriremos pero no cuándo, nunca supimos si naceríamos y aquí estamos. Es muy cómodo dejarle todo a lo externo y quedarnos en nuestra zona de confort por dolorosa o sufrida que sea, a eso se le llama pereza falta de motivación.

Si la persona realmente desea sanar su camino, restablecer de manera satisfactoria su vida, la voluntad es un arma muy poderosa para hacer a un lado cualquier muralla, incluso las que uno mismo se va construyendo en su contra. Y por el contrario resulta que su meta la ve muy lejana y dolorosa antes de empezar, lo indicado serán metas más sencillas que sirvan de escalones hacia lo que se desea alcanzar. Lo cierto es que cuando la vocación llega no importará ni la edad ni la situación ni las circunstancias ni la herencia ni algo divino que tenga determinado ser lo que se es y lo que será al final del camino.

En la sociedad actual desafortunadamente se marcan etiquetas y caminos a veces muy complicados y parecería casi la maldición de Sísifo siempre recorrer la misma montaña sin llegar nunca a ella. Pero precisamente son estos obstáculos, los que efectivamente fortalecen el carácter de una persona, son esos peros que la sociedad impone los que encienden la creatividad y la chispa para continuar.

Todos pasamos por esos momentos oscuros en donde nuestra brújula pierde los caminos o se abren tantos que no sabemos hacia dónde ir. Es ahí donde el hombre debe encontrarse a sí mismo. Cómo puedo encontrarme preguntarán unos. En el fondo cada uno conoce cuál es esa pasión que nunca nos cansa, qué eso que me gusta hacer mejor y seguir perfeccionándolo y que eso que hago también llegue a los demás.

No importa cuál sea eso que somos o que pensamos ser, la honestidad hacia nosotros mismos siempre se moverá en el sentido correcto. Cuando se hace algo bueno y eso bueno es también igual hacia los demás se puede percibir la paz y la satisfacción al hacerlo. Porque finalmente el destino es nuestra elección y de nadie más.

Un click es mi vida


 

Aristóteles mencionaba que el fin supremo de todas las cosas es la felicidad del hombre y por su parte Sócrates decía que toda intención es buena en su origen. En estos últimos dos siglos y parte del naciente del XXI, la tecnología ha avanzado a pasos agigantados, brindándonos toda clase de comodidades.

En un principio la intención fue dejar de lado los procesos rutinarios en las máquinas y que de esta manera el hombre pudiera dedicarse a cuestiones más “importantes”, quizá como el cultivo del conocimiento a favor de una vida enriquecida y por lo tanto feliz.

En la actualidad, esta intención se ha perdido en el proceso, así que “comodidad” y “felicidad” se han transferido a un click de distancia entre un supuesto conocimiento y el acercamiento en la comunicación con el mundo. Lo que en teoría significaría la armonía con el mundo social tan importante en el desenvolvimiento del hombre.

Este click da el poder a millones de personas en el planeta de cambiar una y otra vez de campo en la interacción. Es decir, se puede con un click estar en un punto equis y cerrar, abrir, guardar y cambiar a cualquier otro tema que les apetezca.

La idea de control se perdió por la comodidad de oprimir un botón al arduo trabajo que implica el tener la duda en los contenidos. No se preguntaron o no supieron preguntarse los consumidores por qué y para qué. Porque el sistema es tan atractivo a la pereza y las imágenes tan fáciles a la complicada lectura de las letras.

Las personas se limitan a conocer las funciones básicas para llenar una necesidad de aparente comodidad, traducida en un falso estatus de modernidad. La tecnología no solo ha modificado la visión que del mundo el hombre tenía antes de la cibernética en masa. Transformó su estilo de vida y aumentó su inutilidad en el mundo.

Las personas se sienten perdidas si se extravía el celular o su Ipad, Tablet, Lap Top. Se hizo a la persona en discapacitada mental, “obligándola” sutilmente a absorber una confortabilidad y disminuyendo su capacidad crítica. Y lo que es peor ha llegado hasta la raíz de la humanidad que son los niños a través de juegos de video “educativos” que solo los incita a seguir un camino sin análisis de comprensión y por lo tanto inútiles de decidir o salir al mundo real.

Ya no se pregunta, la curiosidad por la cual nace todo conocimiento se ha perdido. San Internet ahora es el omnipresente y omnisciente que todo lo sabe, el que hace “famosos”, “crea millonarios” y esparce la luz en el planeta. Teniendo además el control de la información que aquí se deposita. El mundo se ha vaciado en un aparatito a un lado de un café o pizza.

Y esto no es nuevo. Desde hace más de un siglo las grandes corporaciones se dieron a la tarea de convertir al campesino en un obrero listo para ser incluido en la producción en masa, quitándole cada vez el control de su proceso productivo y después disminuyendo su capacidad de decisión y análisis.(1)

Por supuesto que hubo resistencia, la gente en un principio se rehusó y aceptó grandes castigos y vejaciones pero al final no es fácil tener la panza vacía y tuvo lo básico a cambio de adoptar el conformismo y la estupidez.

Ahora vemos a los ejecutivos con un aparatito, con un click navegar a tantos mundos que resulta indescriptible imaginarse un mundo real a través de un mundo virtual y sólo de eso somos dueños de un click para “tener el control”. Por otro lado el click no solo elimina ese tal control en la que la persona cree tener confinado todo el conocimiento del mundo.

Todo esto resulta tóxico sobre la atención de las personas. Al oprimir el botón tantas veces desee la persona, no finaliza una acción. Constantemente sus dedos se ven colapsados en el movimiento del aparato que su enfoque de objetividad se pierde.

Y sino haga la prueba, siéntese frente a una computadora, lap top , celular o Tablet y verá que cada portal que consulte aparecerán siempre detalles en la información tal vez en imágenes o títulos de diferente color, la “manita” o el “cursor” siempre nos conduce hacia más y más información, nunca se termina la acción y la atención siempre salta de lugar en lugar, muy conveniente para el tan famoso déficit de atención, atención dispersa y persona hiperactiva no controlada y en muchos casos con medicamentos y lo que es peor la confusión entre un mundo real y el virtual. Un lado tóxico favorable a la desaparición del pensamiento crítico.

Se pierde de vista lo fantástico de la tecnología, lo indeseable es la estupidez con que se utiliza.

 

  • http://issuu.com/enguita/docs/la-cara-oculta-de-la-escuela