EL FLUJO SANGUINARIO DE LA VIOLENCIA

 

En la actualidad tomar la violencia como algo cotidiano, intrínseco a nosotros resulta ya una manera de ser y de actuar. Ha sido un entrenamiento social que ha llevado unas cuántas décadas a través de todos los medios posibles como los videojuegos, la televisión abierta y por cable, las películas de acción, la corrupción cotidiana, las injusticias aplicadas o hechas, el lenguaje sarcástico, los famosos memes y toda clase de pequeñas violencias que a veces ni se perciben como tales, las psicológicas.

Todo a nuestro alrededor es violento hacia nosotros mismos, hacia los demás y todo lo que nos rodea: el planeta, los animales, los bienes propios y ajenos, el orgullo de quebrar reglas y leyes es ya lo habitual.

La autodestrucción de la familia, de las relaciones laborales, las angustias que se sienten todo el tiempo, no darle los buenos días o las gracias o ser corteses incluso nos parece como una grieta por donde puede colarse algo que nos dañe o nos exponga a la violencia de otros.

El pensar siempre en negativo, lo bueno y lo correcto se va diluyendo. Las relaciones personales inexistentes pensando que lo virtual es lo correcto, nuestra máscara para la aceptación, eso que los demás pueden envidiar o desear haciéndonos quizás famositos por unos cuántos que nos siguen o que nos perciben como iguales o como afines en ciertas actitudes.

La libertad que supuestamente existe en los medios creyendo que insultar o burlarse es cuestión de libertad de expresión. El miedo siempre a flor de piel para que no nos sorprendan que somos diferentes y se nos pueda incluir en algún club o grupo.

La sociedad, los diversos grupos en donde interactuamos son un ajuar de máscaras sin fin que debe estar guardado siempre para diversas ocasiones, siempre escondiendo lo verdadero del ser y del corazón, opacando nuestros sentimientos por miedo a que nos crean débiles.

La competencia en cualquier sentido nos han transformado en caníbales y zombies, desechando al que etiquetamos de perdedor, siempre con ese maquillaje de amabilidad y supuesta honestidad.

Si, la violencia nos ha creado un mundo en donde todos somos enemigos, desde el mismo individuo hasta llegar a la gran masa que forma un país, creyéndonos siempre poseedores de una originalidad y naturaleza que ya no existe, porque hemos permitido que todo nuestro exterior mutile lo que de esencia somos todos: seres humanos con las mismas características, problemas y deseos que se trabajan día a día en una lucha diaria por no ser confundidos y nulificados.