Quizás perdonar a veces resulta muy difícil ya sea por ego o por dolor. Disculpamos nuestra posición de humanos porque el pedir perdón nos hiere más que la propia real o imaginaria ofensa y porque se cree que siempre la razón está de nuestro lado y dado que no existe un poco de voluntad para aclarar ciertos puntos que aunque dolorosos resultarían mucho más puros para la conciencia que el ir por ahí con la cola entre las patas como popularmente se dice.
Sin embargo, hoy me encontré con otro punto de vista para buscar o encontrar la paz y no sé si sea válido para eso pero es buena opción. Me hablaron de practicar el olvido para resarcir todo nuestro maravilloso cuerpo de las tóxicas sustancias que genera un odio o un resentimiento ya sea por confusión o por real intención.
Dicen que perdonar no necesariamente significa tener que hablar con la persona en cuestión o confrontar con aquella que se lastimó o lastimamos, basta simplemente tratar de comprender su actitud u olvidar y continuar el camino. Lo primero creo que es más difícil y lo segundo conlleva nuestra fuerza de carácter y madurez que es el control mental sobre lo negativo.
Por qué esto, pues porque hablando de perdón en su definición gramatical significa olvidar la falta que se ha cometido desde uno y hacia el otro lado o librarlo de ese peso pero más que de aquella parte es de parte de nosotros mismos.
Ahora el reto es ese practicar el olvido, controlar esa intención de seguir rumiando con obsesión lo que nos lastimó o lo que lastimamos y sin arreglar nada de eso que arruinó una relación. De lo contrario el único que recibe toda esa toxina en su totalidad es nuestro maravilloso cuerpo, maravilloso desde el punto de vista de su excelencia en su funcionamiento.
Este cuerpo nuestro recibe, da y no se queja sino poco a poco sin que le hagamos caso o tal vez sólo un instante o un mal cuidado esperando a que se vuelva funcional de nuevo.
Pero no es correcto porque al final cuando los años pasan esto va cobrando otras dimensiones y ni controlamos lo tóxico y vamos con una enfermedad o un enfermo que va en progreso, culpando a todos de nuestras desdichas, amores y tropiezos.
La verdad es que no se tiene el control y la voluntad suficiente para salir de esa putrefacta actitud que lastima una grata vida. Siempre acordándonos de todo lo que nos lastimaron, no importando las situaciones buenas que se han pasado y me recuerdo una frase que también escuché que dice;”QUÉ NO TIENES QUE NO HAYAS RECIBIDO”. Si hay salud, techo, alimento, educación, oportunidades para avanzar, amores y desamores para comparar los beneficios más que los maleficios. Analicemos todo esto y con seguridad hemos recibido más que las quejas y resentimientos que siempre exaltamos en nuestras actitudes.
Practiquemos el olvido. Porque el hubiera si existe preguntándonos: Sino hubiera tenido algunas de esas oportunidades, estaría donde estoy ahora o en dónde si no. Seamos justos con nosotros y decidamos cómo seguir viviendo.