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LAS GRANDES LUCHAS DE UN HOMBRE PEQUEÑO

 

Comparación tonta la condición del hombre con el universo, en ese sentido la especie está condenada a la más cruel indiferencia y descuido. Sin embargo, el libre albedrío y raciocinio nos salva un poco de vernos menos que una bacteria o un virus.

Y no obstante el volumen externo, no se compara en nada con las tremendas afrentas, decepciones y desengaños que ocurren para tomarle el sentido a la vida. Que, si bien no deja de existir el absurdo, otros muchos apuestan por la conciencia espiritual que marca una gran diferencia entre lo instintivo y lo que como humano tiene nuestra especie.

En este descarnado momento en donde se siente que la vida transcurrida no tiene ningún objetivo y que tampoco la vida que se “escoge” ha sido por voluntad propia. Sin mencionar las presiones obvias por las cuales se desvían las metas, hablemos un poco de la conducción subyugante que la sociedad nos marca para andar en el espacio que se forma entre la vida y la muerte.

Cuando en esta manera de existir y sobrellevar una realidad inventada a conveniencia de terceros, uno se piensa sin lugar en este mundo y la pertenencia se va perdiendo. Además de lidiar con estas preguntas sin respuesta, se encuentran por supuesto nuestras propias marañas existenciales, resentimientos, envidias y todas esas cuestiones que no permiten una vida plena.

Aquí será necesaria una voluntad herculiana que nos permita tolerar actitudes tóxicas para después analizarlas sin perder el control. No creo que haya en el grado de los comunes, alguien que no reaccione a la violencia u ofensa con tranquilidad y preguntarle al otro porqué esto o aquello. Nos golpean, golpeamos, venganza, equiparar el dolor con iguales castigos. La relación se demerita y el yo interno se va pudriendo. Incluyo en esto, el cúmulo de pensamientos que llegan acerca de esas situaciones, estableciéndolas como evidencia sin lugar a dudas.

Aparte de los pensamientos propios tenemos la horrible costumbre de pensar por los demás por supuesto a nuestra conveniencia o acomodo para sentirse mejor, menos culpable o inmaculado si se tiene suerte. El hombre como especie es tan arrogante que determina todo en la medida de su propia naturaleza. Por lo tanto, lo que se siente es válido sin menoscabo de daño hecho a los demás y así mismo.

Y esas serán entonces las grandes luchas de un hombre pequeño. Tan pequeño se siente que arrasa con su propio mundo hasta quedarse solo, aislado, abandonado a su “gran inteligencia” sin dar cabida a la opinión de los demás, que, aunque ciertamente no depende, en muchas ocasiones de ellos en las decisiones, si acaban por hacer pinole la confianza que se pudiera haber existido. Genera una duda en cualquier cuestión que desempeñe y como no quiere ser una Sísifo entonces rumia sus penas existentes o no, esa es la vida en ciertos confinamientos, sobre todo la mental. La exterior la abandonaremos un día, pero con la interior se muere, suicidio lento.

Eunoia Caos

15 agosto 2020

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