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Los pulgarcitos

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El título resulta hasta curioso, el enfoque iba directamente hacia aquella historia que habla de un pequeño ser del tamaño de un pulgar por eso “Pulgarcito” que lucha contra el ogro venciéndolo con inteligencia. Pero aquí el nombre es “Pulgarcita” llamada así esta obra porque habla de una nueva generación de ¿humanos?

Si humanos con una nueva forma de ver la vida, porque no conocieron la vida de sus padres como lo pueden ser la convivencia en un campo, el cuidado por convicción de la naturaleza, los juegos en patios traseros, caerse de una bicicleta y tener muchos amigos con quien rasparse las rodillas y llenarse de lodo.

Tampoco conocen de moral o algo que les indique el valor de lo humano. Su mundo está lleno de otras maneras de ser y de sentir el mundo. Su esperanza de vida hasta los 80 años y tan humanos como cualquiera pero tan diferentes en su cosmología. Todo ha cambiado para estos pulgarcitos

Escribe de la tecnología, del ofrecimiento de los saberes a través de una red virtual. Pulgarcitos porque es quizás el artefacto con el  que más se identifica una manera de comunicación ambulante que se lleva prácticamente a todos lados. Y cómo se utiliza este celular para transmitir mensajes, ideas o cualquier otra operación: Se sostiene esta herramienta con los demás dedos, dejando al descubierto la pantalla y los pulgares libres para disparar a gran velocidad lo que uno desee a quien sea y en donde sea. Así de ese tamaño es el mundo actual, pulgarcito, no?  Pequeño e inexistente o mejor dicho virtual. Puede o no ser real, según como se utilice porque no sólo se requiere destreza sino la capacidad de elegir con buen juicio, madurez o pensamiento crítico.

En fin, el principio de este texto es como un poco desgarrador y crudo. Especifica una generación de humanos que conocen el mundo a través de sus pulgares en un aparatito que les permite percibir una cosmovisión un tanto irreal. Y sin embargo, en su mundo real se les exige tener el conocimiento para apreciar naturaleza, espacio de juegos al aire libre, la comunicación con el de enfrente, la búsqueda de una figura cuando apenas se forma su carácter.

Parecería que es una historia pero no es una percepción de lo que sucede con los jóvenes y personas de cualquier edad sumergidas en la tecnología, redes sociales, mundos virtuales. Esa manera sintética de conocer el exterior.

Escribe sobre las toneladas de información que a la mano puede tener cualquier persona interesada en navegar por el ciberespacio. La manipulación de la información, que finalmente la gente no atina a escoger cuál es la que le conviene. Porque como no hay entrenamiento en razonamiento verbal o matemático, la cuestión de los saberes a través de la tecnología resulta peligrosa.

Además mucho tiene que ver en esta formación la atención que los padres tengan en estos jóvenes. Pasar la tarde tranquilamente mientras se ahogan en juegos de video, por lo regular violentos. O darle a un pequeño de dos o tres años un celular para que se entretenga y no de problemas, es muy fácil, por ahí comienza el manejo inconsciente de la información, por diversión y entretenimiento que luego se convierte en una ausencia total del mundo existente.

Habla también del papel que las escuelas pueden dar a los alumnos pero absorbidos en la burocracia y corrupción tampoco ellos tienen soporte o interés por hacerlo.

Y aunque es crudo en este recorrido de la generación futura también es propositivo porque  menciona la necesidad de trabajar en un entrenamiento adecuado,  no delos saberes, sino de la manera de transmitirlos con eso que pareciera diabólico que es la tecnología.

En realidad resulta que si se le utiliza de manera consciente y precisa esa red de información dejaría de contener basura porque al adquirir un juicio de valor sobre los contenidos nuestra tecnología estaría más a favor por el crecimiento del espíritu humano y no por la riqueza absurda que se obtiene de la ignorancia.

 

Pulgarcita, Michel Serres, Fondo de Cultura Económica, 1ª. Ed. en español, Argentina 2013, pps.98