Quiero hablar de una taza de café, quizá pueda parecer un tanto ilógico o tonto pero el café es la bebida que más me ha gustado y de los pocos vicios que hasta la fecha mantengo.
Una taza de café siempre en la mañana me reanima sin pensar en lo estúpido que es el anuncio de un café con cafeína que te acelera. Puede ser que sea cierto, pero a mí me parece que siempre en la mañana un café me acaricia y me invita a comenzar el día que espero siempre sea bueno.
Esa bebida y siempre en una taza cuando estoy sola pareciera absorberme todos mis pensamientos, es como nostálgica queriendo siempre reproducir momentos agradables con amigos o querencias, pero también me invita a componer el mundo con pensamientos tontos que van de un lado a otro.
También me hace ver el paisaje si estoy fuera tomándolo o ver a la gente si decido ir a un parque. Veo a los que se dicen deportistas corriendo quién sabe cuántas veces, pensando que podrán eliminar todos los pecados de la gula en una vuelta o tal vez en dos o con mucha culpa dará tres o cinco vueltas, siempre con su música en los oídos para apartarse no sé si de la gente o de ellos mismos.
También puedo ver a viejitos como yo abrazándose a la fuerza que con los años se va perdiendo, los veo caminando cansados, con la espalda curva y siempre estirando los viejos huesos que se rehúsan a seguir funcionando cada día menos. También es nostalgia que me invita a verlos en el mismo camino en que estoy.
Puedo ver en ese parque con mi café, a los dueños con perros o a los perros con dueño que se pasean indiferentes vestidos con sus pants de deportes que desde hace algunos años pareciera más una moda semejando la imagen sana de una persona, pero la verdad es que quizás después se tomen una cerveza o coman cochinita o taquitos, así que la vestimenta de deportista también es un velo que no nos dice nada de la persona.
Una taza de café puede ayudarme a disfrutar mi lectura y con cada sorbo ir devorando mis letras impresas en esos que se llaman libros y que ya muy poca gente los usa y los quiere. Comienzo a ver que mi taza se consume pero me va profundizando en pensamientos que en ese día despiertan conmigo.
El café amargo y sin azúcar como siempre me ha gustado es un vicio del que no prescindiré y a estas alturas del partido cualquier daño que me haya o esté haciendo sale sobrando pues mi camino ya está casi finalizado. Así es que mi café adorado como sea americano o con chocolate o un piquetito siempre será mi bebida favorita.
También lo puedo tomar bien acompañada, con mi esposo, ya juntos más de la mitad de nuestras vidas. O tal vez lo compremos muy tempranito, en nuestras bicis. Placer que no pretendo evitar, a menos claro que mis piernas dejen de pedalear mi bonita bici rosa.
Así que bendita mi taza de café!!!!!